A la búsqueda de la gloria desde las precarias buhardillas madrileñas

La exposición ¡Viva la bohemia! desempolva la huella de aquel movimiento literario en Madrid

Carlos Arévalo

Desde mediados del XIX hasta los años treinta del siglo XX, en Madrid se vivió una bohemia artística inspirada en la que sucedía en París y también digna de estudio, dividida en varias etapas y reflejada en abundante material literario, pictórico, escultórico o gráfico. Ahora una cuidada selección de este legado se muestra en una magnífica exposición titulada ¡Viva la bohemia! Los bajos fondos de la vida literaria comisariada por Alberto Martín Márquez, que se puede visitar en el Museo de Historia de Madrid. A lo largo de este recorrido cultural encontramos 170 piezas procedentes de 35 fondos diferentes entre las que destacan dos esculturas de Julio Antonio, varias novelas de Emilio Carrère, Valle-Inclán o Pío Baroja, óleos de Gutiérrez Solana, Alenza, Madrazo o Chicharro, ilustraciones de Juan Gris, Bartolozzi o Sancha, tres caprichos de Goya y otros grabados de Méndez Bringa o Ricardo Baroja además de carteles, fotografías y un cortometraje documental filmado por la cineasta francesa Alice Guy que nos permite ver en movimiento el Madrid de 1905.


La publicación por entregas de la novela Escenas de la vida bohemia, del francés Henri Murger a partir de 1847, en la que a su vez se basaría la célebre ópera de Puccini, La bohème, se considera el punto de partida de este período de la creación artística tan fascinante como dramático. Pronto en España comenzó a cultivarse este movimiento por autores post románticos y enseguida se convirtió en una forma de vida entre pintoresca y espiritual con un aura de malditismo. Vinculada a una estética grotesca y andrajosa que la literatura se encargó de magnificar y edulcorar, en aquella bohemia lograron brillar un puñado de autores mientras que la mayoría sucumbirían en la miseria, sepultados por el más implacable ostracismo.


Nuestro Murger fue el escritor valenciano Enrique Pérez Escrich y su libro El frac azul. Memorias de un joven flaco que vio la luz en 1864 y nuestra Bohème sería la zarzuela titulada La golfemia con libreto de Salvador Granés y música del maestro Arnedo a la que seguirían unas cuantas obras más que parodiaban al modo castizo aquella tendencia importada de París. En esta primera época destacaron también otros nombres de personajes letraheridos como Antonio Altadill o Florencio Moreno Godino alias «Floro Moro Godo» considerado el decano de la bohemia española.


Vendría después una segunda generación en el Madrid finisecular del XIX a los que se denominó «Gente nueva» por su especial dedicación a combatir todo lo anterior que consideraban anticuado y viejo. De ideología socialista y anarquista en su mayoría, aquellos jóvenes autores perseguían el éxito y la gloria profesional desde los cafés, cafetines y tabernas, redacciones de periódicos o angostas y humildes buhardillas donde vivían precariamente, mostrando además un firme compromiso con la regeneración liberal de una España entonces sumida en el caciquismo y la miseria.


Esta «Santa Bohemia» como también se la conoció, recorrió hasta la extenuación escenarios como el de la Puerta del Sol o los del llamado Barrio Latino en torno a la calle de San Bernardo y estuvo capitaneada por el escritor andaluz Alejandro Sawa que murió ciego, loco y pobre en un inhóspito cuarto de alquiler y al que Valle-Inclán inmortalizaría en la figura de Max Estrella, el protagonista de Luces de bohemia. A ella pertenecieron también poetas modernistas como Rubén Darío o Villaespesa y dramaturgos como Joaquín Dicenta, cuya exitosa obra teatral Juan José representó en 1895 uno de los más populares ejemplos del teatro social en España.

Una última etapa en clara decadencia, empañada por el alcohol y el sablazo al prójimo y cada vez más alejada de la literatura y del arte, desembocó a partir de los años diez del pasado siglo en lo que se denominó golfemia, extinguiendo prácticamente aquel modus vivendi hacia la década de 1930. Figuras como las de Pedro Luis de Gálvez, Armando Buscarini o Alfonso Vidal y Planas arrastraron sus penurias por casas de huéspedes, hospitales, burdeles y presidios coincidiendo con un cada vez más acelerado progreso que estaba convirtiendo a Madrid en una moderna urbe. Allí ya no había sitio para aquellos vagabundos soñadores y suicidas que, durante tantos años, habían malgastado su talento recorriendo las más sórdidas entrañas de la ciudad.


Uno de los autores que mejor retrató aquella bohemia matritense fue el citado Baroja con quien, sin duda, la Historia se equivocó al no concederle el Nobel de Literatura a tiempo. Este fragmento de un texto suyo de 1915 publicado en las páginas de La Esfera, refleja a la perfección el espíritu de aquellos artistas dipsómanos y nocherniegos que ansiaban el triunfo mientras exprimían su existencia en un Madrid tan duro como auténtico:


«Andar por calles y plazas hasta las altas horas de la noche, entrar en una buñolería y fraternizar con el hambre y con la chulapería desgarrada y pintoresca, impulsados por este sentimiento de caballero y de mendigo que tenemos los españoles, hablar en cínico y en golfo y luego con la impresión en la garganta del aceite frito y del aguardiente, ir al amanecer por las calles de Madrid, bajo un cielo opaco, como un cristal esmerilado, y sentir el frío, el cansancio, el aniquilamiento del trasnochador. Dejar después la ciudad y ver entre las vallas de dos solares esas eras inciertas, pardas, que se alargan hasta fundirse con las colinas onduladas del horizonte, en el cielo gris de la mañana, en la enorme desolación de los alrededores madrileños».




La exposición ¡Viva la bohemia! se puede visitar hasta el 1 de junio de 2025 en el Museo de Historia de Madrid (C/ Fuencarral, 78). Entrada gratuita. Más información en:

https://www.madrid.es/portales/munimadrid/es/Inicio/Cultura-ocio-y-deporte/Cultura-y-ocio/Museo-de-Historia-de-Madrid/?vgnextfmt=default&vgnextoid=ab18a1ead63ab010VgnVCM100000d90ca8c0RCRD&vgnextchannel=c937f073808fe410VgnVCM2000000c205a0aRCRD&idCapitulo=12699295

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