Este año se cumple el 150 aniversario del nacimiento del excelso poeta de la Generación del 98
Carlos Arévalo
La memoria de Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Colliure, 1939) o mejor dicho, su nombre, flota sobre una indiscutible popularidad en España que lo mantiene vivo en calles, plazas, institutos, monumentos, tesis universitarias o biografías aunque probablemente su obra no haya calado con la misma hondura hasta la actualidad pues la poesía representa en este país, lamentablemente, uno de los menores intereses de los españoles, a excepción de los versos del autor andaluz que Joan Manuel Serrat incluyó en su inolvidable composición Cantares y que rezaban:
Caminante no hay camino, se hace camino al andar....
Lo cierto es que Machado nunca se preocupó de pasar a la Historia sino que defendió justamente lo contrario, el triunfo de lo anónimo, de manera que, de saberlo, no le afectaría en absoluto el pasotismo reinante:
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria de los hombres mi canción
Así pensaba también su hermano Manuel Machado (Sevilla, 1874-Madrid, 1947), que curiosamente fue en vida bastante más célebre que Antonio aunque luego cambiaran las tornas de la fama y -una vez más debido a la habitual inquina española juzgando la ideología del prójimo-, su nombre y su obra quedaran relegados a un ostracismo casi total pues los dos hermanos representan para muchos que no saben o no quieren ver más allá de la política, aquellas dos Españas de las que hablaba Antonio en su poema y que una de ellas, decía, había de helarnos el corazón. La prueba fehaciente del tremendo olvido donde habita la obra de Manuel, es que en 2024 se cumplió el 150 aniversario de su nacimiento -como en este año el de su hermano- y casi nadie se enteró. Entre los escasos homenajes organizados, destaca el programa Imprescindibles que le dedicaron en Televisión Española y que se puede ver en el siguiente enlace, previo registro gratuito en dicha plataforma:
https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/manuel-machado-edad-poesia/16281073/
Estos versos de Manuel también reflejan a la perfección, aquella apuesta por lo anónimo:
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor
Ambos hermanos pertenecieron a la llamada Generación del 98 con otros nombres sobresalientes como Baroja, Azorín, Maeztu, Unamuno o Valle-Inclán. Estuvo la existencia de Antonio Machado marcada por la austeridad, la discreción, la tristeza y la desilusión. Fue actor en su juventud, traductor, profesor de instituto, dramaturgo, escritor y, ante todo, poeta. Su poesía evolucionó del modernismo inicial al simbolismo para, finalmente, lograr una original creación literaria donde las profundas reflexiones vitales marcaron su personalísimo estilo. Además, como artista completo, cultivó la prosa, empleando varios heterónimos apócrifos como Juan de Mairena o Abel Martín con los que pudo desarrollar sus pensamientos e inquietudes filosóficas y también escribió varias obras de teatro al alimón con su hermano Manuel, tanto comedias como dramas, con las que obtuvieron un éxito irregular.
Y es que leer a Machado, a los dos hermanos, siempre es un placer y no solamente con motivo de una efeméride aunque cualquier ocasión es idónea para sumergirse en su poesía, en sus reflexiones y en su sabiduría y descubrir que su legado abarca mucho más allá del disco de Serrat.
BREVE BIOGRAFÍA DE ANTONIO MACHADO
En el mes de julio de 2025, se cumple un siglo y medio del nacimiento de Antonio Machado que vino al mundo en uno de los edificios del sevillano palacio de Dueñas donde su familia vivía alquilada debido a la profesión de su progenitor, abogado, profesor y célebre folclorista. Residió hasta los ocho años en Sevilla, momento en que se trasladó con su familia a Madrid, al obtener su abuelo paterno la cátedra de paleozoología en la Universidad Central. En la capital comenzó a estudiar con sus hermanos Manuel y José en la Institución Libre de Enseñanza que había creado el acreditado pedagogo andaluz Francisco Giner de los Ríos.
En 1889 se matriculó en el Instituto San Isidro para cursar el bachillerato, continuándolo después en el Cardenal Cisneros. Cuatro años más tarde comenzó sus colaboraciones literarias en la revista La caricatura donde firmaba con pseudónimo. Con su inseparable hermano Manuel, conoció la bohemia madrileña y las tertulias de café y se inició su vocación teatral, entrando poco después como meritorio en la prestigiosa compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza.
El siglo XIX iba tocando a su fin y el joven estudiante se trasladó durante unos meses a París donde trabajó como traductor en la editorial Garnier para regresar enseguida a Madrid e incorporarse como actor a la citada empresa teatral durante un período muy breve. Después comenzó la carrera de Filosofía y Letras que también abandonaría enseguida y en 1901 aparecieron sus primeros poemas en la revista Electra que dirigía el consagrado poeta Francisco Villaespesa. Luego realizó su segundo viaje a París como empleado del consulado de Guatemala, al frente del cual estaba su amigo, el escritor Enrique Gómez Carrillo.
A su regreso a Madrid, comenzó a colaborar en Revista Ibérica nuevamente a las órdenes de Villaespesa, uno de los introductores del Modernismo en España. En aquellos momentos, Antonio Machado ya mantenía contacto con figuras sobresalientes de las Letras como Pío Baroja, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío.
En 1903, se publicó su primer libro Soledades. Enseguida retomó su faceta como actor trabajando en algunos montajes por Andalucía y continuó sus colaboraciones literarias en publicaciones como Helios, Blanco y Negro o Alma española entre otras pero ante la precariedad económica que sufría como escritor -una situación que, injustamente, ha cambiado poco-, decidió preparar oposiciones para cátedras de francés en institutos. Tras aprobar, obtuvo una plaza en Soria. Allí conoció a Leonor Izquierdo, la hija de los dueños de la pensión donde se hospedaba, con quien contrajo matrimonio en 1909, en cuanto ella cumplió... ¡los quince años!
Becado por la Junta de Ampliación de Estudios, viajó de nuevo a París con su esposa donde asistía a cursos y conferencias mientras seguía escribiendo. Allí, Leonor enfermó de tuberculosis y tuvo que ser internada con la ayuda económica de Rubén Darío. Finalmente pudieron regresar a Soria y en 1912, ella murió. Acababa de publicarse su segundo libro Campos de Castilla.
Tras el dramático episodio, Machado solicitó un traslado y le ofrecieron una vacante en la localidad jienense de Baeza, donde se instaló a los pocos meses. En 1917 se publicó Páginas escogidas y la primera edición de sus Poesías Completas. Al año siguiente se licenció en Filosofía y Letras en Madrid, donde había vuelto a matricularse por libre, e inició su doctorado.
En 1919 consiguió una plaza en el Instituto de Segovia adonde se trasladó por su cercanía a Madrid y para tener un contacto más cercano con sus familiares y amigos. Siguió colaborando en prensa escrita y, en 1923, Revista de Occidente, fundada por José Ortega y Gasset, publicó en su primer número sus Proverbios y Cantares que continuarían editándose en la revista España. Al año siguiente vería la luz su siguiente libro Nuevas canciones.
En 1926 se publicó en Revista de Occidente la primera entrega del Cancionero apócrifo de Abel Martín y se estrenó en el madrileño teatro de La Princesa, Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel, su primera obra teatral escrita con su hermano Manuel. Un año más tarde se estrenó en el Reina Victoria de Madrid, Juan de Maraña su segunda obra creada nuevamente con su hermano. También fue elegido miembro de la Real Academia Española aunque nunca llegó a tomar posesión de su silla.
Dos años después se publicó la traducción que hizo con su hermano y con Villaespesa de Hernani de Víctor Hugo y se estrenó en el madrileño teatro del Centro su tercer drama titulado Las Adelfas que firmaba también Manuel. En aquella época Antonio conocería en Segovia a la poeta Pilar de Valderrama, una mujer casada y con hijos con quien mantuvo durante años una relación sentimental en secreto y que, más tarde, se descubriría que se trataba de su amada Guiomar. En 1929 se estrenó en el Fontalba madrileño La Lola se va a los puertos, una exitosa comedia firmada por ambos hermanos.
El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República Española y Antonio Machado, republicano de convicción, fue uno de los que izaron la bandera tricolor en el Ayuntamiento de Segovia. En aquel año se estrenó en Madrid una nueva creación teatral de los dos hermanos, La prima Fernanda y al siguiente, La duquesa de Benamejí. También obtuvo la ansiada plaza en Madrid, en el Instituto Calderón de la Barca.
En 1933 se publicó la tercera edición de sus Poesías Completas que incluían los cancioneros apócrifos de Abel Martín y Juan de Mairena. Y dos años más tarde, consiguió el traslado al Instituto Cervantes. Siguieron publicándose nuevas ediciones de sus obras y el 18 de julio de 1936 estalló la terrible guerra civil española. Antonio se mantuvo fiel a la República mientras que su hermano Manuel que se encontraba en Burgos, apoyó el levantamiento militar de Franco.
En el mes de noviembre, Antonio Machado acompañado por su madre doña Ana y por sus hermanos José, Joaquín y Francisco y sus respectivas familias, abandonó Madrid y se instaló temporalmente en Valencia, donde continuó con mayor dedicación su actividad intelectual en pro de la República como hombre consecuente con sus ideas hasta el final, a pesar de la decepción que supuso aquel fracasado régimen para buena parte de sus defensores iniciales.
En abril de 1938 se trasladaron a Barcelona donde permanecieron hasta el 22 de enero de 1939. Ante la inminente caída de dicha ciudad y la evidencia de que la guerra estaba perdida, los Machado con otro grupo de evacuados entre los que se encontraban algunos literatos e intelectuales como Corpus Barga, iniciaron un penoso éxodo rumbo a Francia, aquejados por el frío, la precariedad y los achaques. Después de cinco días de duro viaje, ya al otro lado de la frontera, decidieron continuar su periplo e instalarse en el hotel Bougnol-Quintana del pueblo pesquero de Collioure.
Enfermo, abatido y muy avejentado, a sus 63 años quedó postrado en una cama junto a la de su madre también muy grave y semiinconsciente. Él murió el 22 de febrero y ella a los tres días. En un bolsillo de la chaqueta del poeta se encontró un papel con este verso escrito de su puño y letra: «Estos días azules y este sol de la infancia». En el pequeño cementerio de Collioure reposan sus restos donde cada año son visitados por cientos de republicanos y de admiradores de su talento.