La reivindicación del éxito y la tragedia de un mito

Ángel Ruiz protagoniza de nuevo Miguel de Molina al desnudo


Carlos Arévalo

Tras su aplaudido estreno hace ya una década y su reciente éxito en Argentina, Miguel de Molina al desnudo se ha convertido en un espectáculo imprescindible en la larga trayectoria profesional de Ángel Ruiz que, durante dos únicas semanas, lo ha representado nuevamente en el madrileño teatro Infanta Isabel con una calurosa acogida. Bajo la dirección de Félix Estaire, la producción de Lazona, el piano de César Belda y la dramaturgia del propio intérprete, esta atractiva propuesta escénica resucita la figura del que fue ídolo de la copla española a partir de los años treinta, el malagueño Miguel de Molina (1908-1993) exiliado voluntariamente en Buenos Aires desde la posguerra hasta su muerte.

Miguel de Molina al desnudo relata la durísima existencia del legendario cantante andaluz mediante un original argumento, el de imaginar, como si viviera, una hipotética rueda de prensa para acallar los numerosos rumores e insidias que tanto daño le causaron en vida y, relatar algunos de los episodios más destacados de su carrera, tanto sus triunfos como sus fracasos, sus alegrías como sus penas, y, ante todo, la injusticia a la que fue sometido por ser homosexual y de izquierdas.

Este conmovedor espectáculo en el que se entremezclan algunas de las canciones más populares de su repertorio con sus vivencias, está basado en las memorias del propio Molina a las que tan acertadamente tituló Botín de guerra, por ser repudiado por el bando franquista y a su vez utilizado como símbolo por los republicanos. Como documentación se empleó también la exclusiva entrevista que le concedió a Carlos Herrera en 1990. Se trata, en definitiva, de una reivindicación más que necesaria del legado del que fue uno de los máximos representantes de nuestra cultura, rescatándolo así de un ingrato ostracismo y poniendo de manifiesto que, la libertad creadora debe estar siempre por encima de cualquier ideología para evitar que vuelva a repetirse el gravísimo error de politizar el arte, tanto por unos como por otros.


Con su privilegiada voz y su inconmensurable talento, Ruiz se mete en lo más profundo del alma de Miguel de Molina para mostrárnoslo tal como era y, además, cantar como él lo hacía, desgranando piezas que forman parte de la memoria sentimental española y cuyos ecos aún resuenan en las viejas corralas y patios de vecindad como La bien pagá, Ojos verdes, Te lo juro yo, Triniá... Sin imaginar  la pesadilla que le sucedería después, fue una de las estrellas más cotizadas a principios de la década de los años treinta del pasado siglo. Por aquí desfila también el recuerdo hacia algunos personajes a los que trató como Concha Piquer, Federico García Lorca, Margarita XirguRafael de León, Jacinto Benavente o Amalia de Isaura entre otros nombres fundamentales en su biografía.


Durante algo más de noventa minutos el público disfruta como si estuviera ante la presencia rediviva de aquel mito de nuestra copla viendo su gracia natural y su simpatía unida a su inconfundible figura típica, con su sombrero andaluz, sus camisas de lunares con anchas mangas, su pantalón ajustado y sus botines blancos, además de esas raras sortijas que él mismo confeccionaba colgándoles monedas antiguas. También se estremece con el sórdido relato de su calvario, acentuado por angustiosos silencios intercalados al rememorar la tristemente famosa paliza y vejación que sufrió recién terminada la guerra tras su actuación en el teatro Pavón de Madrid y que determinó su salida del país. 

Discriminado y vetado profesionalmente, el cantante y actor -pues intervino en siete películas- no quiso renunciar a su trayectoria y se trasladó primero a la Argentina, después a México y, finalmente, gracias a la ayuda de Evita Perón, nuevamente al país del tango, donde fue muy bien acogido y pudo retomar un enorme éxito. Tan solo regresaría a España en una ocasión en 1957 para volver enseguida a Buenos Aires. Allí, en el célebre cementerio de La Chacarita, yace desde su fallecimiento en 1993.


Este emotivo canto a la libertad logró una noche más que el teatro se pusiera en pie para, por un lado, honrar la memoria de Miguel de Molina y, por otro, reconocer el impecable trabajo actoral y musical de Ángel Ruiz que domina de manera magistral la técnica vocal, la imitación, la gestualidad, el baile, la vis cómica y los registros dramáticos y que es, sin lugar a dudas, uno de los artistas más completos y mejor preparados del panorama actual.


Miguel de Molina al desnudo se ha representado desde el 14 al 25 de febrero de 2024 en el Teatro Infanta Isabel de Madrid (C/ Barquillo, 24). Más información en: 

https://www.teatroinfantaisabel.es/obra/miguel-de-molina-al-desnudo/

Calificación personal sobre 5: 🎭🎭🎭🎭

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