Sara Montiel: Una diva sin complejos


Conocí muy por encima a Sara Montiel (1928-2013), Saritísima como la llamaban en el mundo del espectáculo, mundo en el que reinó durante tantos años. Coincidí con ella en algún estreno teatral; la recuerdo especialmente en una ocasión, maquillada a conciencia como de costumbre, hará unos veinte años, en el madrileño teatro Calderón, cuando al dirigirse hacia el photocall tropezó con un cable de una de las numerosas cámaras de televisión que había y pude sujetarla rápidamente salvándola de una aparatosa caída que seguramente hubiera ocupado uno de los primeros puestos del zapping nacional. 

Además de una mujer de armas tomar fue Sara una musa para los españoles contemporáneos de mis abuelos, una diva para la generación de mis padres y, quizá, para algunos de mis coetáneos un mito que desde su desaparición hace doce años, comenzó su transformación definitiva en leyenda. Lamentablemente también un mito empañado a partes iguales por la prensa del corazón y por los sonados flirteos de La Nena con romances de conveniencia y extrañas parejas que llegaron a eclipsar temporalmente su incuestionable prestigio como actriz, cantante e indiscutible embajadora de nuestra cultura.

María Antonia Abad Fernández como se llamaba en realidad, muy bien asesorada por su primer manager Enrique Herreros padre, conquistó el mercado cinematográfico frívolo y comercial de Hollywood y se jactó de haber pasado por la alcoba de poderosos personajes de aquellos lejanos años cincuenta y sesenta que exprimió intensamente. Poco antes de dejarnos, la llamé para completar con su testimonio imprescindible un reportaje que estaba escribiendo sobre la figura de Antonio Machín y como siempre me atendió muy amablemente prestándome la ayuda que necesitaba con su encanto natural, su característica parsimonia y esa voz tan particular, tan castiza y tan ronca. Estaba en su ático de Nuñez de Balboa, donde falleció. 

Me quedé con las ganas de haberla entrevistado en profundidad porque Sara se llevó recuerdos imborrables, memorias únicas y momentos irrepetibles junto a nombres que al igual que ella, ya son historia como James Dean, Ernest Hemingway, Marlon Brando, Liz Taylor, Gary Cooper, Burt Lancaster, Severo Ochoa o Miguel Mihura entre tantos otros que formaron la enciclopedia de sus increíble vivencias. Al ritmo de aquella canción melódica de su repertorio que le hizo tan popular, la recordamos fumando su último habano y esperándonos en el cielo como rezaba el bolero, en cuyo firmamento brilla desde su partida, una estrella más.






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