Un merecido recuerdo a María Dolores Pradera en el centenario de su nacimiento

Con motivo del centenario de la artista madrileña María Dolores Pradera (1924-2018) a quien me unió una entrañable amistad y, a modo de sincero homenaje, rescato de mi archivo personal la crónica que escribí con motivo de su concierto en el teatro Albéniz de Madrid en el año 2007 y, en su memoria, la reproduzco a continuación: 


La histórica artista puso tres veces en pie al teatro Albéniz de Madrid


María Dolores Pradera en directo: Emoción a flor de piel



Carlos Arévalo

La noche del viernes el escenario del madrileño teatro Albéniz acogió a una de las grandes artistas españolas de la canción melódica, María Dolores Pradera. La elegante dama de los ponchos apareció acompañada por cuatro excepcionales músicos, dos guitarristas, un contrabajista y un percusionista, que repasaron con ella sus éxitos de ayer y hoy. Fue un emotivo recital donde el público vibró con la aterciopelada voz de la cantante madrileña. Desde los primeros acordes de guitarra hasta su despedida, Pradera transmitió optimismo y pasión con sus legendarias canciones que encandilaron al abarrotado recinto.


La histórica artista que está a punto de cumplir ochenta y tres años, arrancó con Que te vaya bonito, del compositor mexicano Jose Alfredo Jiménez y demostrando que conserva su voz tan pura como siempre, continuó con otras bellas melodías entre las que destacaron Caballo viejo donde aprovechó para hacer alusión a Julio Iglesias, de quien dijo con su habitual ironía: «Yo no he tenido su talento para incluir en el estribillo el bamboleo, bambolea». Luego vinieron las más esperadas, El tiempo que te quede libre, La flor de la canela, El rosario de mi madre, donde bromeó asegurando que después de todos estos años todavía no se lo han devuelto, Pa’ todo el año, Fina estampa o una preciosa versión de Zamba de mi esperanza, que popularizó el argentino Jorge Cafrune en los años setenta.


Una señora de los pies a la cabeza


Son más de seis décadas sobre las tablas de medio mundo, primero como actriz y finalmente como cantante. Presumida y perfeccionista, en varias ocasiones se cambió «la Pradera» sus inseparables ponchos para cantar mientras atusaba cuidadosamente su peinado. Un fallo técnico con el sonido de una de las guitarras acústicas fue su única preocupación, que no dejó de comentar entre canción y canción: «Soy de ideas fijas», decía entre las risas del público. El auditorio se levantó tres veces para ovacionar a nuestra gran dama de la canción con voz de oro. Muy agradecida, no dudó en contestar a todo lo que los espontáneos le gritaban emocionados: «¡Qué bien te conservas, María Dolores!», se oyó en el patio de butacas... «como no podía ser de otra manera», respondió la veterana artista. Y, tras hora y media exacta de actuación, desapareció entre los bastidores del Albéniz, dejando a los presentes embelesados con tantas canciones populares hispanoamericanas que, en su perfecta dicción, se han hecho suyas.

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