El actor José Fernández encarna de manera magistral al gran escritor norteamericano
Carlos Arévalo
En el verano de 1961, tras una atormentada existencia de fama y excesos, el célebre escritor Ernest Hemingway se descerrajó un tiro en la cabeza con su escopeta favorita en su residencia de Idaho. Estaba a punto de cumplir 62 años. En aquellos postreros pensamientos probablemente por su mente agotada y enferma desfilaron como fugaces destellos de lucidez, sus tiempos dorados como corresponsal de guerra en España, donde exprimió la época más feliz de su vida. Ahora un acertado montaje teatral en forma de monólogo titulado Hemingway. Enviado especial emula al malogrado autor, narrando en primera persona su paso por nuestro país y sus crónicas desde el extinto Hotel Florida. Tanto la dirección como la autoría corren a cargo de Mario Hernández, a partir de textos del propio Hemingway mientras que la interpretación la defiende de manera sublime, Jose Fernández.
A lo largo de 75 minutos, un locuaz Papa Hemingway desgrana sus recuerdos impregnados de nostalgia, delirio y soledad. Acompañado por su inseparable máquina de escribir, su botella de whisky, su habano y su escopeta, el ganador de los más altos reconocimientos literarios como los premios Pulitzer y Nobel, rememora los viejos años en que asistió a los dramáticos espectáculos de la Gran Guerra, primero, y de la guerra civil española y la II Guerra Mundial después, sufriendo heridas en cuerpo y alma que le dejaron imborrables cicatrices. Frente a su imagen habitual de dipsómano envalentonado nos encontramos con la de un hombre más humanizado y sincero, dispuesto a expiar algunos de sus pecados antes del trágico final en que se convertirá, presa de sí mismo, en el cazador cazado.
Pero sobre todo su parlamento se detiene en su experiencia profesional en el Madrid asediado y en las crónicas que escribió desde la habitación 109 del legendario Hotel Florida madrileño, que hasta 1964 estuvo en la plaza del Callao, donde se alojó durante parte de nuestra fratricida contienda. En una sencilla pero imaginativa puesta en escena se desarrolla este texto desgarrador y bello en el que se entremezclan violentas reflexiones que rezuman muerte y horror con ráfagas de libertad, desenfreno y vitalismo. El espectador tiene frente a él al Hemingway que aún es capaz de bucear en su memoria y regresar a España en pleno conflicto bélico, adonde llegó para cubrirlo pero sobre todo para recuperar su entonces más que debilitada fama y recopilar material para su posterior novela ¿Por quién doblan las campanas?
Si algo caracterizó al polémico autor fue su manera de entender el periodismo y la literatura como forma de vida, creando y explotando un estilo propio y vanguardista ligado a un personaje que, como suele ocurrir, devoró a la persona. Embriagado de vivencias y atractivos argumentos, desde la capital española construyó inmejorables piezas por las que recibía 500 dólares, siendo una de las firmas mejores pagadas de su época e incluso cobrando el doble poco tiempo después.
Fiel al adusto carácter del mítico cronista, en este soberbio testimonio teatral, confiesa algunas de sus mentiras y triquiñuelas para vender más y despotrica de las adaptaciones cinematográficas de sus libros en Hollywood así como de casi todos los ilustres huéspedes con los que convivió en el citado hotel durante los que, para él, fueron tiempos convulsos pero maravillosos. Por su memoria transitan recuerdos agridulces de compañeros como John Dos Passos, Martha Gellhorn con quien se casó, Virginia Cowles, Antoine de Saint-Exupéry, su buen amigo Henry Buckley, el fotógrafo Robert Capa o el actor Errol Flynn.
En un apasionante recorrido emocional por el Madrid de la guerra civil, Jose Fernández inmerso hasta el tuétano en la compleja personalidad del estadounidense, nos invita a pasear por una Gran Vía amenazada por los bombardeos y a refugiarnos en la mítica coctelería Chicote, aquel oasis en mitad de la destrucción donde los más pudientes ahogaban el miedo y la incertidumbre con exquisitos tragos de exóticos combinados. Pero también nos habla el Hemingway que se jugó la vida varias veces en el Frente de Madrid, y que, desde el inicio de la guerra, mostró públicamente su apoyo a la causa republicana sin considerarse jamás comunista pero sí antifascista. Una de las joyas audiovisuales que más fielmente retrata aquella barbarie fue precisamente el documental Tierra de España que narró con su propia voz el propio Ernest y dirigió Joris Ivens en 1937.
Han transcurrido más de seis décadas desde la desaparición del escritor y más de ocho desde el final de nuestra guerra pero no por ello este montaje pierde vigencia sino más bien al contrario. Hemingway. Enviado especial constituye un claro y necesario alegato antibelicista perfectamente aplicable a los tiempos que corren. A través de la siempre controvertida figura del autor de El viejo y el mar situada en un contexto histórico real, podemos analizar con una perspectiva temporal considerable, una variada muestra de la España de la que venimos y tomar nuestras propias conclusiones.
Hemingway. Enviado especial puede verse cada domingo de septiembre en el Teatro del Barrio de Madrid (C/ Zurita, 20). Más información y venta de entradas en: