Carlos Arévalo
Ha transcurrido demasiado tiempo desde que Mayte Commodore fue el epicentro indiscutible de la vida social del «todo Madrid». A pesar de ello la impronta de las fiestas y reuniones de toda índole que allí se celebraron todavía permanece en la memoria de los que aún viven para contarlo. Afortunadamente también sigue en pie el histórico santuario de la diversión y el lujo diseñado por el arquitecto racionalista Gutiérrez Soto autor de otros edificios emblemáticos como el cine Callao, el teatro Barceló o el bar Chicote.
Prácticamente a la vez que los seis broncíneos delfines de la plaza de la República Argentina comenzaban a saltar en las aguas municipales, empezaban a moverse entre las paredes del Commodore casi todos los hilos de la política y la cultura española. Durante más de tres décadas y gracias a la habilidad de su dueña, la cántabra María Teresa Aguado, se sentó a sus mesas la gente más influyente del país. Incluso tuvo la gran idea de instaurar los premios de teatro y de tauromaquia que llevaban su nombre y que alcanzaron un enorme prestigio a nivel nacional. Por sus salones desfilaban a diario ministros y marquesas, toreros y estrellas de Hollywood que encontraban la privacidad y el trato anhelado lejos de miradas indiscretas o celebraban convites de alta alcurnia con facturas inimaginables. Sobre sus níveos manteles de hilo entre maderas nobles y botellas de grandes reservas dicen que hasta se decidió el nombramiento del rey Juan Carlos I como sucesor de Franco. Los que estuvieron en Mayte Commodore no pueden olvidarse de tantos almuerzos y veladas memorables.
Cultura Commodore
Tras un tiempo sin actividad y una reconversión total de su interior, el afamado restaurante rebautizado sencillamente como Commodore, vuelve a abrir sus puertas con atractivas propuestas y lo hace bajo la dirección de sus nuevos propietarios, el Grupo Casa Remigio, una de las empresas hosteleras más importantes de España que gestiona 17 locales entre Madrid y Cádiz.
El arquitecto argentino Luis Galliusi ha sido el encargado de diseñar los seis espacios que ofrece el nuevo establecimiento dotado de 1.500 metros cuadrados y una capacidad para 400 comensales sentados o 700 de pie. Con una notable influencia ibicenca, los tonos claros y la luz son los principales protagonistas de esta iniciativa dinámica e innovadora que precisamente pretende dotar al restaurante de un continuo movimiento entre los distintos ambientes creados para el disfrute de los clientes. Respecto a las propuestas gastronómicas, Commodore cuenta con una cuidada carta a cargo del chef mexicano Ernesto Diomar en la que tradición y vanguardia se dan la mano así como una impecable propuesta de coctelería creada por el escritor y barman belga François Monti.
Con la responsabilidad que conlleva mantener la excelencia y dirigir un referente en Madrid con el prestigio y la esencia de Commodore, Juan Ramos y su equipo apuestan por convertir su nuevo restaurante no solamente en un icono de la hostelería madrileña sino también en estandarte de la Cultura de la ciudad. Con una elegante programación en la que tendrán cabida una versión reinventada de los premios Commodore y otros eventos de alto nivel como Desayunos Commodore, Unplugged o Experience, el recién inaugurado negocio supone un merecido regalo para la ciudad de Madrid que, a buen seguro, sabrá disfrutar de ello como viene haciendo desde tiempos inmemoriales.