«La verbena de la Paloma», eternamente aclamada

La obra cumbre de la zarzuela española revive en el teatro Amaya

Carlos Arévalo

 

Situada en las viejas calles del Madrid más castizo, la zarzuela La verbena de la Paloma recrea la tradicional fiesta estival del 15 de agosto en honor de la venerada virgen homónima. Y aunque el próximo año se cumplirá el 130 aniversario de su estreno, se sigue recordando con la misma emoción de antaño. Prueba de ello es que sobre las tablas del madrileño Teatro Amaya, la compañía lírica L’Operamore ha cosechado un éxito incuestionable de esta obra imperecedera compuesta por el maestro Tomás Bretón y escrita por Ricardo de la Vega.

Este sainete lírico en prosa en un solo acto subtitulado El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos se estrenó en febrero de 1894 en el desaparecido teatro Apolo de Madrid que estuvo ubicado en el número 45 de la tan retrechera calle de Alcalá. Aquel elenco original contó entre otros intérpretes con Emilio y José Mesejo, históricos actores de su tiempo así como Pascual Alba -bisabuelo de Emilio, Julia e Irene Gutiérrez Caba- o sus hijas Irene Leocadia Alba.

 

Plagada de estampas auténticas de aquel tiempo y de aquel Madrid tan simpático y con tanta solera al que la piqueta y las prisas engulleron tristemente hace décadas, La verbena de la Paloma se considera la zarzuela más popular de todas cuantas se han compuesto. Y el público la recuerda principalmente gracias a sus pegadizas melodías y a sus inolvidables letras, así como a sus personajes inmortales como el pícaro boticario don Hilarión -cuentan algunos cronistas que Ricardo de la Vega pudo haberse basado en un farmacéutico real de la calle del Humilladero para crear  su personaje-,  su buen amigo don SebastiánJulián, el cajista de imprenta -a quien, al parecer, también el autor pudo haber conocido-, su madrina y protectora la «señá» Rita y su esposo el tranquilo tabernero, las dos chulapas de nombre Casta y Susana, su tía Antonia, el sereno o los guardias…oficios, muchos de ellos extinguidos, de un Madrid entrañable todavía con aires de poblachón manchego como lo definieron literariamente varios autores.


Y es que La verbena de la Paloma contiene expresiones y estribillos que, casi un siglo y medio después de su invención, continúan grabados a fuego en la memoria colectiva. Así resuenan frases como la que constantemente repite la «señá» Rita: «Julián que tiés madre» y el público tararea aquello de «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad» o lo de «una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid, me dan el opio con tal gracia que no me puedo resistir» y por supuesto el inolvidable número final que incluye aquello de «un mantón de la china-na, china-na, china-na…te voy a regalar…»

Quizá las nuevas generaciones no presten mucho interés a esto -afortunadamente aún se ve gente joven entre el público- pero ajena al progreso -o retroceso en muchos casos- de los tiempos, La verbena de la Paloma ha tenido tantísimo éxito hasta la fecha, que se ha grabado en disco en numerosas ocasiones y se ha llevado a la gran pantalla tres veces y en una versión libre que podría considerarse como cuarta: La primera película fechada en 1921, estuvo dirigida por José Buchs y era muda. La segunda y más famosa de todas fue una super producción rodada en 1935 y dirigida por Benito Perojo. La tercera ya en color se estrenó en 1963 y la dirigió José Luis Sáenz de Heredia. Y la versión libre fue curiosamente anterior a todas ellas, realizada por Julio Roesset en 1915 y titulada: De cuarenta para arriba…

Doce excelentes actores forman el reparto de esta atractiva adaptación del clásico por antonomasia de nuestra zarzuela a los que arropan una impecable orquesta de nueve músicos. Dada la ajustada duración de La verbena de la Paloma y, probablemente, para lograr que el espectáculo alcance la hora y media, se han incorporado dos números extra pertenecientes a otras dos zarzuelas: Oiga usted caballero de El año pasado por agua Qué grupo más bonito de El bateo.

La veterana compañía L’Operamore demuestra en cada pase un enorme respeto y dignidad por el injustamente denominado «género chico» y, gracias a su buen hacer unido al prestigio del teatro Amaya, han logrado colgar el cartel de «No hay localidades» repetidamente pues a lo largo del mes de mayo y parte de junio han interpretado una exquisita selección de títulos como Los gavilanesLa del manojo de rosasLa Revoltosa y Agua, azucarillos y aguardiente para cerrar este ciclo escénico con la citada La verbena de la Paloma. 

Desde el 3 de agosto hasta el 17 de septiembre esta misma compañía regresará al escenario del Amaya para ofrecernos nuevas funciones de estas zarzuelas eternas que nadie debería perderse. Todavía hay tiempo para adquirir alguna localidad antes de que vuelvan a agotarse, algo que, sin duda alguna, ocurrirá pronto en vista del éxito arrollador de esta primera temporada.
Más información y venta de entradas en: https://www.teatroamaya.com/ 



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