El espíritu del antiguo Circo Price revive en Madrid

 Se estrena el espectáculo Mil novecientos setenta sombreros

Pepe Viyuela junto a algunos de sus compañeros en un momento del estreno en Madrid. Foto: EFE

Carlos Arévalo

En la primavera de 1970 se cerraron para siempre las puertas del histórico Circo Price para después sucumbir a la piqueta al igual que otras construcciones legendarias madrileñas que tristemente corrieron la misma suerte. Tomaba el apellido del clown y écuyer o acróbata ecuestre irlandés Thomas Price -casi nadie en España lo pronuncia correctamente- que desde mediados del siglo XIX ya había regentado en Madrid en un barracón de madera y lona sus espectáculos circenses con caballos, primero junto a la Puerta de Alcalá y después en el Paseo de Recoletos. En 1880, tres años después de morir Price, su hija adoptiva la amazona Matilde de Fassi fundó junto a su esposo el también caballista William Parish en la plaza del Rey, el que sería el templo de la diversión en la capital española durante casi un siglo. El crítico teatral Alfredo Marquerie lo definió a la perfección: «No es que por Price haya pasado la historia del circo, es que Price era ya la misma historia del circo».

Como recinto multiusos en dicho coliseo además de funciones circenses se celebraron algunas de las primeras proyecciones cinematográficas así como recitales de ópera y zarzuela, espectáculos de ballet, veladas deportivas, mítines políticos y hasta matinales de un incipiente rock and roll a principios de los años sesenta. Incluso albergó la capilla ardiente del payaso Ramper y sirvió de escenario para el rodaje de películas como Carne de fieras (Armand Guerra, 1936) o El fabuloso mundo del circo (Henry Hathaway, 1964). Cincuenta años después se rinde un cálido tributo a aquel circo con el espectáculo Mil novecientos setenta sombreros en su nuevo emplazamiento -donde funciona desde 2007-, un edificio que antiguamente albergó la fábrica de galletas Pacisa sito en la ronda de Atocha, 35.

Fachada del antiguo Circo Price en la Plaza del Rey de Madrid. Foto: Santos Yubero.



Flotando en un ambiente de fantasía y envueltos en dulces y añejos aromas de serrín y caramelo se agolpan días de feliz memoria, aplausos, risas e innumerables personajes cuya evocación nos permite reconquistar el paraíso perdido de la infancia. Los bellos sueños de aquel circo clásico se entremezclan con el concepto de circo contemporáneo y toman forma gracias a un elenco artístico brillante capitaneado por Pepe Viyuela que da una clase magistral de mimo y clown para, junto a Juanjo Cucalón, Jaime Figueroa, Marta Larralde, Hernán Gené y Miguel Uribe, resucitar a las grandes glorias desaparecidas del tan apropiadamente nombrado «mayor espectáculo del mundo». Como hilo conductor, la historia de un payaso que quiere dejar el circo reencontrándose en su travesía onírica con los fantasmas de viejos compañeros que le animan a resistir. 

Ramón, 1923. Foto: Luis R. Marín
Al trabajo actoral se suman excelentes números de trapecistas, equilibristas y un encantador ventrílocuo que arranca la sonrisa del público con sus simpáticos muñecos así como tres músicos que amenizan la velada en directo a ritmo de soft jazzEsta idea original de Aránzazu Riosalido co-escrita y desarrollada junto a Viyuela y dirigida por Gené es una absoluta declaración de amor al circo a través de un emotivo viaje teatral y nostálgico que recorre los tiempos dorados del Price y sus protagonistas. 

Reivindicando la pista como espacio de libertad y de igualdad entre hombres y mujeres, vuelven a cruzarse los espíritus de estrellas como el aclamado payaso Charlie Rivel, el faquir Daja Tarto, la trapecista universal Pinito del Oro, el creador de chistes y números musicales Arturo Castilla o uno de los grandes defensores de la magia del circo, el genial Ramón Gómez de la Serna, malabarista de las palabras e inventor de las greguerías que supo elevarlas a la categoría suprema de género literario. 

Es célebre aquella fotografía de Ramón en la que aparece en la pista del viejo Price sentado en un columpio mientras pronunciaba una de sus originalísimas conferencias en las que desgranaba pensamientos tan maravillosos como éste: «Los clowns recogen todos los sombreros que tira la humanidad, les cortan el ala, les ponen una pluma y así a veces declaran la moda». De ahí el título de este emotivo show circense lleno de ternura: Mil novecientos setenta sombreros, una propuesta cultural necesaria para soñar, reflexionar y sentir gracias a la cual el espectador podrá experimentar un impulso necesario y revitalizante ante el oscuro panorama actual.

Mil novecientos setenta sombreros puede verse en el Teatro Circo Price de Madrid (Ronda de Atocha, 35) hasta el 1 de noviembre de 2020.

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