Toda una vida con Mario

Lola Herrera regresa a los escenarios encarnando a la protagonista de Cinco horas con Mario que estrenó en 1979.
Carlos Arévalo
Son treinta y nueve años ya los que la gran actriz Lola Herrera (Valladolid, 1935) lleva velando en la piel de Carmen «Menchu» Sotillo a su marido Mario. La obra de Miguel Delibes nacida como novela, que ahora se puede ver en el teatro Bellas Artes de Madrid -aseguran que por última vez-, se estrenó exactamente el 21 de septiembre de 1979 en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial. De allí pasó al madrileño Marquina donde inmediatamente entró en el Olimpo de las piezas dramáticas españolas. Entonces la adaptación a las tablas la firmó el propio Delibes junto a Santiago Paredes -ambos ya tristemente desaparecidos- con música de Luis Eduardo Aute y bajo la producción de José Sámano y la dirección de Josefina Molina que continúan actualmente al frente del proyecto.

Al marcharse las plañideras y demás asistentes al velatorio sito como se estilaba antaño en el domicilio familiar, y con la excusa de pasar la noche junto al finado, la viuda le habla como si estuviera vivo y, entre la rabia y el reproche, se despacha a gusto con el féretro. Es Cinco horas con Mario documento imprescindible para comprender la España de 1966 que es el año en que se sitúa el argumento. Se abordan asuntos como la emigración, la píldora, la infidelidad, la censura o la revolución social que supuso la llegada del Seat 600 «hasta las porteras tienen uno, Mario...no me mires así, dime algo» -le espeta en cierto instante a aquel pobre catedrático de instituto de provincias, ya cadáver-, utilizando del principio al fin una sutil ironía y un fino humor digno de las mejores páginas de La Codorniz.
Su ilustre autor, académico de la RAE, llegó a calificar la obra como «un diálogo entre el personaje real que fuerza al ausente a la respuesta que le autoformula aquel» y Herrera, su absoluta protagonista, supo ver en el momento de su estreno que iba a ser uno de los papeles importantes de su carrera como realmente ha sucedido ya que ha vuelto a enfundarse el luto en bastantes ocasiones y siempre con una acogida excepcional. «Es un personaje interiormente complicado que se autorreplica para crear en frecuentes momentos un aparente diálogo teatral», le dijo en una ocasión al crítico Ángel Laborda.
El caso es que además de registrar llenos a diario, barómetro de indiscutible eficacia, el texto continúa siendo una apuesta segura que parece haberse escrito a medida para la actriz vallisoletana, que cada tarde se deja la piel en el escenario ofreciendo una clase magistral de interpretación, haciendo eso tan difícil que es jugar con las emociones mediante las pausas y los silencios, los llantos y los suspiros, y todo ese complejo universo del lenguaje no verbal, amén de la prodigiosa memoria y la mágica capacidad para acaparar la atención del espectador continuamente, don reservado en exclusiva a las grandes figuras de nuestro teatro.

Cinco horas con Mario se puede ver de martes a domingo hasta el 18 de noviembre en el teatro Bellas Artes de Madrid (C/ Marqués de Casa Riera, 2).
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