Carlos Arévalo
Todos los aficionados al
fútbol, principalmente los forofos del Deportivo de La Coruña, conocen el
popular torneo que se celebra anualmente desde 1946 en la citada ciudad bajo el
nombre de Trofeo Teresa Herrera. Dicho evento futbolístico
surgió gracias a una iniciativa de la Junta Local de Beneficencia que, pensando
en los más desfavorecidos y en una época difícil como fueron aquellos años de
posguerra, logró a través de la solidaridad social, un pequeño alivio económico
para ellos. Así, durante las primeras ediciones de este torneo, la recaudación
de las entradas se destinó a obras caritativas. La copa, que actualmente representa a la
histórica Torre de Hércules, se bautizó con el nombre de Teresa Herrera en
memoria de la coruñesa que fundó el primer Hospital de Caridad y a la vez única
institución benéfica del siglo XVIII en esta ciudad.
Entrega al prójimo
Entrega al prójimo
Según la documentación
histórica y las crónicas archivadas de la época, Teresa Margarita Herrera y
Pedrosa nació en La Coruña el 10 de noviembre de 1712 y falleció en la misma
ciudad el 22 de octubre de 1791. Este gran personaje, lamentablemente
desconocido para el público en general,
vivió, según el historiador H.
José Pena, en la céntrica calle de Cordonería y en la plaza Pintor Álvarez
de Sotomayor y dedicó su existencia a
los demás a pesar de la complicada vida que tuvo.
Cuando era apenas una niña, su
madre se quedó viuda y con diez hijos, siete de los cuales morirían jóvenes por
diversas enfermedades. Siendo Teresa una adolescente, también perdió a su
progenitora por lo que se tuvo que hacer cargo de su familia. De las hermanas
que sobrevivieron, una de ellas además padecía una deficiencia mental. Llevaba a cabo la dura
tarea de cuidarlas simultaneándola con la de ayudar a indigentes y
enfermos. A ellos, a los más desfavorecidos, se entregó el resto de su vida
convirtiéndose en la gran benefactora de los pobres.
Iglesia de San Nicolás adonde acudía a rezar Teresa. |
La
llamaban bruja
Para afianzar la enorme
devoción católica y la fe ciega en Dios que tenía, Teresa Herrera recorría de
rodillas la considerable distancia que separaba su domicilio de la iglesia de
San Nicolás, donde acudía a rezar a diario y donde está enterrada. Las
supersticiones populares muy extendidas en aquellos años entre sus paisanos,
hicieron que pronto la apodaran como «Teresa dos demos», que en gallego
significa «Teresa de los demonios», porque pensaban que estaba embrujada. El historiador Narciso Correal y Freire de Andrade
explica en sus investigaciones el porqué de este mote:
«(…) si la leyenda
popular conservaba algún borroso recuerdo de la bienhechora de la ciudad, era
llamándola la mujer dos demos por el
hecho de que tan buena cristiana, siendo ya ancianita, con penitencia ejemplar,
recorría de rodillas el trayecto que mediaba de su casa a la iglesia en que
practicaba sus devociones, y el vulgo necio no comprendía que tal hiciera no
siendo para librarse de los diablos que tenía en el cuerpo».
Todo
corazón
Según asegura en sus escritos
el citado investigador, «Teresa Herrera acogía en su propia casa algunas pobres
mujeres enfermas, sin medios para curarse ni para sostenerse, a las cuales, con
su corta renta y la limosna que obtenía de los fieles, les ponía sus camas y
alimentaba de lo más preciso, convirtiendo su modesta morada en lo que el pueblo
denominó con el santo nombre de Hospitalillo de Dios».
En el año 1789, decidió donar
todos sus bienes, varias propiedades que procedían de la herencia de su madre,
a la congregación de la Virgen de los Dolores de la que era cofrade, para que
llevase a cabo su deseado objetivo de fundar un Hospital de Caridad en La
Coruña. Dos años más tarde, ella misma pondría la primera piedra de dicho
centro, finalmente inaugurado en 1794 aunque no lograría verlo construido pues
la buena de Teresa falleció en 1791, a punto de cumplir los 89 años de edad.
Vista general del actual Hospital Materno Infantil Teresa Herrera en La Coruña. |
Un
nombre emblemático
La historia de Teresa Herrera
es la de una mujer valiente que, a pesar de haber vivido en una época realmente
dura para combatir las desigualdades sociales, siendo una mujer sola, con unas
condiciones económicas precarias y una familia desfavorecida a su cargo, fue
capaz de dedicar todas sus energías a ayudar a ancianos, enfermos y gente
necesitada.
Aquel Hospital de Caridad
funcionó como tal en su edificio primitivo hasta el año 1950, en que el Ayuntamiento
de La Coruña lo trasladó al antiguo Hospital Labaca, hoy reconvertido en Centro
Oncológico. Además, el Hospital Materno Infantil, núcleo principal de la
atención especializada en Pediatría y Ginecología de La Coruña, lleva con
orgullo el nombre de Teresa Herrera en homenaje a su ejemplar ciudadana cuyas muestras de filantropía fueron épicas.
Más de tres siglos después de
su nacimiento, Teresa Herrera es toda una institución en la ciudad y su nombre
sigue ligado además de al citado hospital y al torneo de fútbol, a un trofeo de
remo, a otro de padel o a una calle. A pesar de la celebración de estos eventos
en su memoria, descubrir la vida y obra de esta santa olvidada, continúa siendo
una asignatura pendiente para muchos.
«Si son cortos mis bienes, es infinita la bondad de Dios para atraer las limosnas de los fieles a esta obra de humanidad, la más consoladora y meritoria que puede practicarse en este mundo», Teresa Herrera
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