Contrastes de una España en blanco y negro

La retrospectiva «Visit Spain» muestra los mejores trabajos del fotógrafo catalán Ramón Masats

Una de las fotografías de Masats tomada en Arcos de la Frontera durante una Semana Santa.



Carlos Arévalo

A bordo de un mítico Seat 600, el fotógrafo autodidacta Ramón Masats (Caldes de Montbui, 1931) recorrió nuestra piel de toro durante la década de 1955 a 1965 gracias a sus colaboraciones en la revista cultural Gaceta Ilustrada. Era la alegre España de «El Cordobés» y de Martín Bahamontes pero también la de la dura realidad del botijo y la alpargata, la de gentes analfabetas que trabajaban en el campo de sol a sol. Ese amplio abanico de contrastes y tópicos es lo que refleja con magistral enfoque la cámara de Masats en esta muestra de 145 instantáneas comisariada por el también fotógrafo Chema Conesa que permanecerá hasta el 12 de octubre en La Tabacalera de Madrid. Su título, el mismo que utilizó en aquellos años el Ministerio de Información y Turismo como reclamo publicitario internacional: Visit Spain. Conciso y directo, así aparecía el mensaje en los coloridos carteles promocionales de la época -tiempos de autarquía- siempre con motivos folclóricos que ayudaron enormemente a colgarnos el sambenito de los toros, la paella y el flamenco.

La agudeza del joven artista catalán le permitió captar un puñado muy representativo de gentes, paisajes y acontecimientos que reflejaban un país poliédrico. Sus imágenes nos permiten conocer desde las animadas fiestas de la alta sociedad a los siniestros calabozos de la Dirección General de Seguridad o desde el grandioso Museo del Prado hasta el sórdido desolladero de Las Ventas. Con un lenguaje propio aunque perfectamente inteligible Masats explica su periplo personal por Madrid, Barcelona, Cádiz, Toledo, El Rocío, la Feria de Abril, las procesiones de Semana Santa, las corridas de toros, las subastas benéficas, los cementerios o los caminos. De su autoría es la histórica fotografía en la que un seminarista de espalda al espectador se lanza, sotana al vuelo, a intentar parar un gol.

La famosa fotografía del cura-portero fue tomada por Masats en Madrid en 1959.



Las estampas cotidianas de estrellas de Hollywood que rodaban en nuestro país como Charlton Heston o de bellas extranjeras bañándose en Torremolinos y la Costa Brava se combinan con las de guardias civiles con cara de pocos amigos o las de rostros ajados de campesinos en una España profunda y árida. Esta visita gráfica tan ibérica y cañí nos enseña sin tapujos cómo eran los devotos feligreses, las parejas de enamorados, los presos, las masas exaltadas, los niños de provincias o los simples transeúntes. Y también los personajes de actualidad como «Ike» Eisenhower, Menéndez Pidal, Buñuel o Berlanga. Con sus luces y sombras toda aquella amalgama era la España que existía y que según el propio Masats «aún sigue existiendo sobre todo en algunas zonas rurales». Con todo ello hay que visitarla y hay que quererla.

Otra de las imágenes de Visit Spain muestra a Charlton Heston en el rodaje de El Cid en 1961.





Cara a cara con Franco

En 1963, Masats estaba en Huelva atendiendo un encargo de unos arquitectos para una sucursal bancaria. Como estaba de moda hacer murales fotográficos decorativos, el director de la oficina le pidió instalar uno de Francisco Franco. Masats alegó que no tenía ningún contacto para acceder al Pardo pero enseguida se lo arreglaron. A la semana siguiente estaba con su cámara Hasselblad frente al Jefe del Estado en su despacho para fotografiarlo. Como tenía que hacer retratos de cerca y no llevaba las luces necesarias, le pidió al general que se acercara a la ventana para poder trabajar con la luz natural. Comenzó a disparar fotografías interrumpiendo su labor varias veces para medir la luz hasta que Franco le preguntó por qué lo hacía con tanta frecuencia. Masats le explicó que con el viento, las nubes tapaban el sol y cambiaba mucho la iluminación a lo que el mandatario le respondió: «No se preocupe que yo le aviso» e inmediatamente se puso a mirar por la ventana diciendo: «Que viene el sol», y el fotógrafo ponía el diafragma de sol, «pare usted que vienen nubes»... y así estuvieron hasta que le pareció suficiente. Aquel trabajo nunca se publicó.

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