Adiós a Camilo Sesto, la voz española de oro

El cantante y compositor Camilo Sesto en una de sus últimas actuaciones. Foto: EFE/ Giorgio Viera.

Carlos Arévalo
Llora la música porque ha perdido a uno de sus más brillantes embajadores. Camilo Blanes Cortés, Camilo Sesto, no ha resistido más. Las alas de cristal de este ángel de la canción romántica, se han quebrado haciéndolo caer en picado al abismo del adiós. En ocho días habría soplado setenta y tres velas el legendario divo nacido en Alcoy «libre, tierno y salvaje entre el valor y el miedo», como rezaba uno de tantos éxitos como consiguió. En sus cuarenta discos y en sus recitales por medio mundo, demostró con creces ser el dueño de una voz privilegiada, única. Por eso vendió 180 millones de discos, ¡que se dice pronto! Junto a Nino Bravo ostenta el puesto de honor en el Olimpo de las mejores voces de la canción melódica en castellano del siglo XX.

Artista completo. Meticuloso pintor, bardo del amor y la nostalgia, plasmó su poesía en unas seiscientas canciones durante el casi medio siglo que, con sus idas y venidas, resistió en el oficio. Pura sensibilidad, torrente de creación, su arte no terminaba nunca. No se desvanecía el artista y aparecía el hombre, no. Era una inseparable dualidad. De esos genios que surgen cada mucho tiempo. Con sus locuras y sus excentricidades que forjaban al mito, al ídolo. En España lo era pero en América, más, como ocurre siempre, por desgracia. Es cierto que en sus postrimerías no supo gestionar su decadencia, envejecer dignamente, retirarse definitivamente. Y eso le pasó factura.

Sus composiciones dejaban entrever algo de su biografía reflejando su tímida y compleja personalidad, su derroche de talento y su enorme generosidad que nos lega una herencia inabarcable. Desde su primer gran éxito Algo de mí hasta su super-hit discotequero Vivir así es morir de amor, varias generaciones han vibrado con sus grabaciones como las también inmortales Amor, amar -con letra de Lucía Bosé-, Melina -dedicada a la activista griega Melína Merkoúri-, Quererte a ti -con la que lanzó al estrellato a Ángela Carrasco-, El amor de mi vida, Perdóname, Jamás, Fresa salvaje, ¿Quieres ser mi amante?, Con el viento a tu favor,…Camilo Sesto comenzó en los sesenta cantando rock en un conjunto musical aficionado bautizado como Los Dayson. Después lo fichó el grupo ye-yé Los Botines con los que grabó un par de temas como cantante. Y por fin se estableció como solista. Primero se llamó Camilo Sexto con equis para finalmente suavizar el nombre. En 1975 firmó una de las páginas más recordadas del musical en España, encarnando a un soberbio Jesucristo Superstar en la ópera-rock más célebre de la Historia y desatando la locura entre sus legiones de fans.

Artista con letras mayúsculas. Indómito, rebelde, original. Fue un ser en ocasiones incomprendido e incluso atormentado. Un eterno solitario. Camilo vivió su última época recluido en su mansión de Torrelodones dando rienda suelta a su genialidad. Con su repentino y desgraciado adiós nos viene a la mente su hermosa voz, «algo de mí se va muriendo». Por suerte nos deja mucho de él. «Si volviera a nacer volvería a quererte sin remedio, si volviera a nacer volvería a perderte sin remedio», cantaba. Cada vez que escuchemos de nuevo la voz de oro de Camilo Sesto, lo haremos renacer.

Convertido en leyenda, el artista alcoyano deja un inmenso vacío en la música melódica española.
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