Rojo: El precio de la bohemia

Ricardo Gómez y Juan Echanove en una escena de Rojo, el montaje que representan actualmente en el Teatro Español.
Carlos Arévalo
Una clase maestra de teatro. Eso es lo que imparte Juan Echanove cada día al interpretar su papel protagonista en Rojo, acertadamente acompañado por Ricardo Gómez, su pupilo en la realidad y la ficción. La química entre ambos es latente -trabajaron juntos en la serie Cuéntame cómo pasó y ahora vuelven a hacerlo sobre las tablas- y no han dejado pasar esta oportunidad de oro en la que, Echanove además de actuar de forma sublime, dirige y, Gómez, pone en práctica su talento actoral y continúa aprendiendo como el alumno más aventajado de la clase.

El texto está firmado por el dramaturgo John Logan, guionista de clásicos como Gladiator, y refleja parte de la tormentosa existencia del pintor letón Marcus Rothkowich célebre con el nombre abreviado de Mark Rothko (1903-1970). En Rojo, el artista afincado en Estados Unidos, excéntrico, suicida y malhumorado se plantea un dilema ético al recibir un particular encargo: Pintar a cambio de una cifra astronómica para la época, los murales del exclusivo restaurante Four Seasons de Nueva York. ¿Es la bohemia una simple actitud social? ¿Puede el ego sobreponerse a los convencionalismos? ¿Realmente tenemos todos un precio?
Enmarcado en la corriente denominada expresionismo abstracto, Rothko no comprendió las vanguardias que venían pegando fuerte dispuestas a desplazar a autores ya consagrados como él. Movimientos rompedores como el pop art en la pintura o el jazz en la música amenazaban con sustituir lo anterior al igual que, en su momento, había hecho él y toda su escuela con el cubismo. 

En un ejercicio de interpretación absolutamente redondo, Echanove representa de manera impecable la compleja personalidad del protagonista, su pose, su locura, su violencia...y para ello es capaz de romper la voz, de gritar, de bramar y también de suspenderla a su antojo en un hilillo apenas audible pero perfectamente inteligible por parte del público de las últimas filas. En esa versatilidad reside su grandeza en este montaje lleno de matices, de luces y sombras, de pasión y desgarro. Ricardo Gómez en el papel de su joven ayudante aporta la nota de cordura y las mejores intenciones en la historia, llegando incluso a  conmover al genio. Solamente la escena en la que ambos pintan sobre un lienzo al ritmo de algunos vibrantes compases de la Quinta Sinfonía de Beethoven ya sería motivo suficiente para catalogar esta pieza teatral como una de las indispensables de la temporada.

Hay tiempo también para rendir entre líneas un homenaje a la imperecedera memoria de los grandes nombres de la historia del Arte, desde Miguel Ángel a Picasso pasando por Goya, Matisse, Van Gogh, Pollock -referente de Rothko-, Warhol y muchos más de diversos estilos pero imprescindibles todos ellos. Tras ser aplaudida y galardonada en los mejores escenarios del mundo, es en esta ocasión la primera vez que Rojo se representa en España. El habitual cartel de «no hay entradas» y el teatro en pie al término de cada función es señal de que estamos ante una adaptación sobresaliente.

Los dos actores, al final de la función, recibiendo la ovación cerrada del público, entusiasmado y en pie.

Rojo se puede ver en el Teatro Español de Madrid (Plaza de Santa Ana) hasta el 30 de diciembre de 2018.
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